Mientras, para completar el panorama de la crisis por la pandemia del Coronavirus, un nuevo escándalo sacude a la monarquía. De acuerdo con el diario inglés The Telegraph el rey emérito Juan Carlos I aparece como beneficiario de una “donación” de 100 millones de dólares de Arabia Saudí, que la justicia de Suiza investiga por supuesto encubrimiento de comisiones por la concesión a empresas españolas de las obras del AVE a La Meca. El artículo afirma que el segundo beneficiario a título de heredero es el rey Felipe VI. Tras la revelación, el rey Felipe VI hizo público ¡un año después! que en 2019 había renunciado a esa herencia. La renuncia a esta herencia por parte del rey es sólo una maniobra para tratar de echar lastre, ya que legalmente es nula hasta que no fallezca el emérito. De ese dinero habrían salido 65 millones para su amante Corinna Larsen por “cariño”. Pero esto no sería todo, Corinna amenaza con seguir tirando de la manta.
A todo esto La Mesa del Congreso de los Diputados ha rechazado la creación de una comisión de investigación: PSOE, PP y Vox se unieron para vetar esta indagación con el argumento que la figura del rey es inviolable. Por otro lado Unidas Podemos rechazó el pedido de comparecencia que hizo la CUP del rey ante el Congreso para dar cuenta de las noticias sobre supuestos sobornos de la empresa semipública española Defex para conseguir contratos de armamento en Arabia Saudí, un caso que investiga la Fiscalía Anticorrupción. Estos escándalos implican al ex director del Centro Nacional de Inteligencia, Félix Sanz Roldán y al comisario jubilado José Villarejo cuando estaba destinado en la Dirección Adjunta Operativa de la Policía.
Como se suele decir esto es sólo la punta del iceberg, las denuncias y escándalos han aparecido no por la investigación de la justicia española o de los medios informativos españoles, sino como resultado de las investigaciones de la justicia y de los medio de prensa de Suiza y Reino Unido. Un gran acuerdo político “transversal” de derecha a izquierda, pretende blindar a la monarquía española que se hunde irremediablemente en una mar de corrupción, pero al que no es ajeno el conjunto de las fuerzas políticas que componen el régimen monárquico heredero del franquismo.
Algunos esperaban que el rey en su discurso del día 17 de marzo intentara alguna explicación o arrepentimiento, o que donara el dinero mal habido, pero no. En verdad ya no cabe más margen para la monarquía, el discurso anodino por parte de quien es el jefe de estado y representa una casta que se apropia de los recursos públicos resultó insultante porque en medio de una pandemia habla de “unidad” y propone “dejar de lado las diferencias”.
Unidas Podemos que juró lealtad al rey y su constitución no ha dicho “esta boca es mía” ante el nuevo escándalo (pero no será el último), un asuntillo que se le agregará a su crisis en la ruta de apoyo al PSOE.
La campaña por un referéndum sobre la monarquía que circula por las redes es una salida limitada ya que en primer lugar un referéndum según la constitución española no es vinculante y por otro lado se podría realizar con los acuerdos de las mayorías parlamentarias y finalmente… del rey.
Lo que está planteado no es un referéndum que estaría dirigido por el mismo estado monárquico sino es la agitación por una asamblea constituyente con poder, que gobierne no a través de los partidos políticos sino mediante la elección directa de representantes previa disolución de las cortes. De lo que se trata es de la construcción de la sociedad sobre nuevas bases, una sociedad impuesta por los oprimidos contra los opresores.