Hemos recibido la propuesta de IZAR para un “Encuentro Andaluz” con el propósito de debatir la construcción de un “frente social”… “para visibilizar un programa social fiel a los intereses de la clase trabajadora” porque de lo contrario “la extrema derecha seguirá creciendo como única alternativa”. Aunque la convocatoria dice que no se propone un frente político, esto de por sí es toda una posición sobre la situación política.
Desde el Grupo de Independencia Obrera (GIO) consideramos importante en primer lugar caracterizar sobre que terreno nos movemos y analizar la situación originada por la pandemia, que ha acelerado enormemente la crisis económica que se venía desarrollando antes, provocando también crisis políticas en todos los gobiernos por todo el mundo. La crisis por la pandemia ha puesto más que nunca la cuestión estratégica en forma clara y contundente en un primer plano y evidenció la contradicción insalvable para el capitalismo: o la clase obrera defiende su vida y termina con el capitalismo o éste acaba con la clase obrera en su intento por sobrevivir: “socialismo o barbarie”.
En España el gobierno PSOE-UP “de izquierda y progreso” ha seguido el libreto de todos los gobiernos del mundo, rescatar al capital. También como en otros países los primeros en poner un límite a la carnicería han sido los trabajadores, como en Mercedes Benz en Vitoria-Gazteiz, Airbus de Getafe, Balay de Barcelona, en Sidenor en Basauri, Telepizza, los Riders ( Glovo, etc.) parando la producción para imponer condiciones de trabajo seguras. La mayoría de estas luchas son “salvajes”, es decir pasan por encima de sus direcciones, mientras que las rebeliones populares, que ya han comenzado en distintos países, serán la característica central de la resistencia de los trabajadores, y ni España ni Europa escapan a esa tendencia.
Consideramos que el principal problema que enfrentan los trabajadores no es un eventual crecimiento de la derecha, sino el régimen en su conjunto. En España, como en el resto del mundo, los gobiernos de la burguesía tanto de derecha como de “izquierda”, descargan la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. Los regímenes de derecha, como el de Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil, o Sebastián Piñera en Chile, están en la cuerda floja. Se enfrentan a las rebeliones en la sociedad y a la crisis dentro de sus propios partidos y gobiernos, la derecha no tiene nada que ofrecer, la demagogia que pueda desplegar choca con la realidad, su oferta es más de lo mismo, las limitaciones de la derecha están en la realidad en la que tiene que actuar. El argumento de hacer algo para que la derecha no crezca proviene del reformismo en todas sus versiones, lleva a una falsa opción de elegir el mal menor, de elegir entre la derecha o la izquierda del régimen. La clase obrera tiene que presentar como clase su propio programa, su propia estrategia, y no resignarse a elegir qué explotador es el mejor. El problema para la clase obrera es la subordinación a direcciones y partidos que son enemigos de sus intereses, que hoy son el PSOE y Unidas Podemos y su correlación en las direcciones de las dos principales centrales obreras: CCOO y UGT. Es un problema político de primer orden.
El gobierno del PSOE-UP se presentó como una alternativa a la derecha y con un programa muy limitado de reformas que rápidamente dejó de lado. Las simples promesas de derogar las leyes laborales, de jubilación, la ley Mordaza, etc. quedaron en el cajón de los recuerdos. Fueron utilizadas como fuegos artificiales para ocultar su verdadero propósito que es el de seguir avanzando contra los derechos de la clase obrera.
La pandemia del coronavirus desnudó más rápidamente esta situación. La política del gobierno de izquierda es la operación más grande de rescate del capital en la historia de España. Un saqueo sin precedentes para paliar una crisis, que ya se venía desarrollando, y que pretenden descargar sobre las vidas y los derechos de los trabajadores. La idea de presionar al gobierno porque la presencia de Podemos lo podía obligar a un giro a la izquierda, resultó ser al revés. Fue un engaño para encubrir que esa izquierda aceptaba las directivas de las grandes patronales, de la banca y la derecha que decía que venía a combatir. De hecho hoy están embarcados en un acuerdo de “reconstrucción nacional” tratando de emular el pacto de la Moncloa con esa derecha. La política de apoyo crítico al gobierno del PSOE-UP pretende bloquear las luchas y desarmar cualquier avance político hacia una organización independiente, con su propio programa, con su propia estrategia, de los trabajadores. La verdadera función de Unidas Podemos en el gobierno no es presionar al PSOE sino mantener a raya las protestas e impedir la evolución de los trabajadores hacia su propia organización política independiente.
Antes y después de la asunción del nuevo gobierno de izquierda, un gran arco de organizaciones firmaron una tregua por activa o pasiva a la espera que el gobierno cumpliera sus promesas. Aún los sindicatos que se dicen alternativos u organizaciones de la izquierda revolucionaria aunque con críticas al gobierno, seguían ese libreto. La estrategia de esa izquierda, de esas organizaciones es la de reformar al régimen, de democratizarlo, pero no de luchar por un gobierno de trabajadores y por el socialismo. Otro escenario de estas posiciones fue también la crisis en Cataluña, donde una parte de la izquierda salía en defensa de la constitución y del estado español mientras otra planteaba una alianza o apoyo a las variantes del nacionalismo burgués a través de su izquierda, la CUP, defendiendo la república de la burguesía catalana y no por una federación de repúblicas socialistas. La gran mayoría de organizaciones considera como un mal menor el gobierno del PSOE y se centran en que el peor enemigo es la derecha (PP, VOX y Cs) ocultando el rol del PSOE, esto se ve prácticamente en todas las plataformas y sindicatos. Cada vez que hay un debate en un sindicato u organización de lucha aparece esta cuestión, aceptar en definitiva este “mal menor” porque “con la derecha estaríamos peor”, y no ven que es el propio gobierno el que busca una alianza con la derecha.
Por lo tanto no estamos de acuerdo en que todos coincidimos con el diagnóstico. La mayoría de la izquierda y las direcciones sindicales apoya al gobierno usando la excusa de la derecha. Ahora el gobierno del PSOE quiere un pacto con esa derecha, sin embargo no vemos que estas corrientes hayan cambiado de posición. Estas corrientes tampoco han sacado el balance correcto del triunfo del trifachito en Andalucía, o mejor dicho del fracaso del gobierno de “izquierda” después de casi 40 años de presencia del PSOE en la Junta andaluza.
El gobierno del PSOE-UP necesitó del apoyo de otros partidos como ERC y PNV para lograr la investidura, surgió como un gobierno débil que ante cada paso necesitará negociar con otros partidos, la pandemia abrió más brechas en la estructura de gobierno y este se encuentra ahora ante la incertidumbre de su continuidad. De ahí la necesidad de un pacto con el PP o sea, para los que aún no lo entienden, ante el embate de la crisis el gobierno de izquierda no apela a las masas contra la derecha sino a la derecha contra las masas.
El problema entonces no es el de juntar consignas combativas para movilizar, la situación desesperante que ha abierto la crisis con la pandemia provocará movilizaciones no ya sólo por reivindicaciones económicas sino por la vida misma. Al igual que lo que pasa en el resto del mundo los trabajadores saldrán a la lucha con huelgas, movilizaciones “salvajes”, que es lo que ocurre actualmente en muchos países del mundo y también en España, no por el llamado de sus direcciones tradicionales ni mucho menos por corrientes de las cuales no tienen conocimiento ni experiencia, sino por su propia iniciativa.
La idea que la lucha, la movilización por sí sola logrará que los trabajadores rompan con sus direcciones y avancen en su conciencia es una idea que hace mucho demostró que no funciona y sólo sirve para ocultar la capitulación política, la adaptación a las direcciones tradicionales. Hay gran cantidad de plataformas, coordinadoras, asambleas, colectivos, aparte de los sindicatos y no se trata de crear una más, se trata de que no hay unidad en la lucha porque no se ha superado la subordinación de la clase obrera a las direcciones traidoras y cuando los trabajadores las superan en alguna lucha, es pasando por arriba de estas pero sin sacar las conclusiones políticas. Entendemos que el tema central es cómo damos esa lucha política en las organizaciones y sindicatos que ya existen. Este no es un problema organizativo que se solucionaría creando un nuevo frente, sino político: con qué programa, con qué estrategia hay que intervenir. Hay por lo tanto un gran trabajo político dentro de esas organizaciones para desarrollar una línea independiente y clasista.
No descartamos realizar frentes o acuerdos puntuales cuando estos expresan y se apoyan en situaciones que permitan favorecer un desarrollo en la ruptura con el reformismo, con sus direcciones tradicionales, como ocurrió por ejemplo con la huelga en el país vasco en defensa de las pensiones el 30E, que provocó un principio de fractura sobre todo entre las bases y activistas de las plataformas de pensionistas con sus direcciones, al igual que en CGT, como en otras organizaciones o anteriormente por la libertad de los presos políticos de Cataluña.
Esta propuesta de frente social tendría que obligarnos a hacer un balance de construcciones del mismo tipo como fueron No Hay Tiempo Que Perder, las Marchas por la Dignidad, los Movimientos Antifascista y otras. No después como propone el documento, sino antes, para evitar nuevos fracasos y frustraciones.
El “frente social” es por definición un frente de colaboración de clases un “programa social” no es un programa de salida obrera a la crisis y por supuesto al contrario de lo que dice la convocatoria, es un frente político pero quiere ocultar su política detrás del apoliticismo y del “luchismo”. Los frentes sociales, frentes populares, frentes amplios o frentes anticapitalistas ponen a la clase obrera a remolque de salidas capitalistas. Estas propuestas abundan en tipos y colores por todo el mundo y han fracasado, lo que no hay es la construcción de una alternativa socialista a las salidas capitalistas, hay una larga y antigua historia sobre estas experiencias en España pero también en todo el mundo. Nuestra propuesta es un frente de trabajadores con un programa de expropiación económica y política de la burguesía, con una estrategia de gobierno obrero.