La marca Renault anunció el viernes 29 de mayo el plan industrial de la empresa que supone una reducción de plantilla de 15.000 trabajadores en todo el mundo. La empresa ya ha anunciado que en Francia se perderán 4.500 empleos. Las direcciones sindicales de las plantas de Renault en España festejaron la noticia de que nuestro país quedaba fuera de estos objetivos. Es decir que, por motivos que nadie ha querido aclarar, los trabajadores de Renault en nuestro país escaparían a los planes de reestructuración global de la producción. La empresa tiene en España cuatro plantas, una en Palencia, dos en Valladolid y una en Sevilla, en las que se da empleo a más de 13.000 trabajadores. El origen de la versión acerca de la estabilidad de los puestos de trabajo en España, a pesar del plan global de reestructuración, es una ficción a la que han contribuido los medios de comunicación de forma poco escrupulosa. Renault va camino de una reducción de empleo en España porque la demanda ha caído a escala internacional y la producción local se exporta a todo el mundo.
La empresa no ha verbalizado ningún compromiso acerca de mantener la plantilla en España. La corresponsal del periódico El Mundo preguntó a la consejera delegada interina de la empresa, Clotilde Delbos, si la producción en España se vería afectada. La respuesta exacta fue la siguiente: “Efectivamente en este momento no se proyecta reducir la capacidad de producción en España, y ahora no creo que sea necesario decir más”. Esto fue todo. A lo largo de toda la rueda de prensa tanto J.D. Senard, el presidente de la empresa, como la consejera delegada pusieron el eje de los planes en la política industrial y no en las reducciones de empleo, que dijeron que se harán sobre la base de la negociación con los representantes sindicales y las autoridades locales en referencia a Francia. Sin embargo fueron muy claros respecto de que la venta de automóviles había caído de forma generalizada desde antes de la Covid-19 y que la pandemia había acelerado la crisis que ya existía. Esto ha puesto de relieve, afirmaron, que los planes de producción y ventas de la empresa que esperaba fabricar hasta 5 millones de unidades al año, eran equivocados.
Varias factorías de Renault en Francia anunciaron planes de huelga de forma inmediata al anuncio de los objetivos de la empresa. La dirección de Renault ha adquirido compromisos con el gobierno de Emmanuel Macron que le avalará un crédito por 5.000 millones de euros. Entre estos compromisos se acordó recentralizar en ese país las actividades de mayor valor añadido, como la ingeniería y el desarrollo de baterías y motores eléctricos y el resto de la tecnología punta. Mientras tanto acordó que los cierres de dos plantas y la relocalización de una tercera se harán con el acuerdo previo con las partes implicadas.
Mientras tanto respecto de mantener el empleo en España no hay ningún compromiso real. Existe una mera afirmación de que de momento no se va a reducir capacidad de producción. Pero en Francia, donde se van a despedir 4.500 trabajadores, tampoco se va a reducir capacidad de producción. La empresa piensa mantener la capacidad global para producir hasta 5 millones de unidades al año, aunque va a reducir producción hasta 3,3 millones de unidades en 2022. Quiere decir que va a redimensionar la producción y va a mantener una capacidad ociosa a la espera de que el mercado se recupere después del 2024.
Todo esto indica que los comités de empresa de Renault en nuestro país han decidido no hacer frente al riesgo inminente de reducción de plantillas que se avecina. Esta es una política de derrota de los trabajadores. Con el ejemplo de Nissan a la vista, los sindicatos en Renault van por el mismo camino de los comités de empresa que pretendían que el Gobierno les sacara las castañas del fuego cuando la propia empresa se negó el año pasado a asumir ningún compromiso de permanencia en España. En esas condiciones los sindicatos CCOO y UGT aceptaron un convenio a la baja en contra de las condiciones votadas por las asambleas de trabajadores aceptando además un expediente de regulación de empleo para 600 trabajadores. El sindicato CGT que denunció esta política tampoco libró una batalla ante la plantilla para rechazar esos acuerdos y preparar la resistencia al cierre previsible en España. El convenio colectivo laboral interprovincial de Renault con sus trabajadores 2017-2020 tiene vigencia hasta el 31 de diciembre de este año. La empresa calentará motores con la incorporación de su nuevo consejero delegado, Luca di Meo, quien se ocupará de los recortes de personal y de condiciones de trabajo y salario.
La industria del automóvil está sumergida en una crisis global. Han caído las ventas en todo el mundo. Volkswagen reanudó el trabajo en sus plantas de Wolfsburgo en las que trabajan 8.000 obreros el 28 de abril. Pero a mediados de mayo a causa de la caída estrepitosa de las ventas dejó de producir los modelos superventas: el Golf 7 y 8, y el modelo Tarraco de Seat. Nissan, el socio estratégico de Renault cierra sus plantas en España. Ante esta situación los trabajadores del sector del automóvil deben marchar hacia una huelga general en defensa de Nissan, contra el cierre, y en contra de cualquier despido en el resto de las fábricas del sector. Los trabajadores se deben organizar a nivel de las fábricas para adoptar las medidas necesarias para impedir el vaciamiento de las mismas. Ante el anuncio de cierre en Nissan los trabajadores de la empresa deben ocupar las instalaciones y organizar la producción bajo su control. Son los comités de trabajadores los que deben de organizar la producción de acuerdo con las necesidades sociales del país.
Los trabajadores de Renault deben ser conscientes de que la calma actual es una breve tregua en la que la empresa prepara los planes para racionalizar la producción en España y reducir la plantilla en nuestro país que es una plataforma exportadora de esa marca. Los trabajadores deben abrir un debate sobre el futuro de la empresa y de los métodos para combatir la amenaza para su fuente de trabajo. Deben aprender de la experiencia de Nissan y anticiparse a los planes de la empresa organizando un comité de huelga de todas sus fábricas.