El 21 de agosto se cumple el 80 aniversario de la muerte de León Trotsky en México asesinado por Ramón Mercader miembro de la GPU (servicios secretos de la ex URSS) al servicio de Stalin, quien atentó contra el dirigente revolucionario un día antes. Hasta ese momento Trotsky y Stalin eran los únicos sobrevivientes del comité central del partido bolchevique que había dirigido la revolución de octubre de 1917, los demás miembros ya habían sido asesinados por la burocracia estalinista principalmente durante los “procesos de Moscú” entre los años 36 y 39. Trotsky representaba una amenaza para la burocracia y para el imperialismo por ser no sólo el único sobreviviente de la revolución de octubre sino uno de sus principales dirigentes junto con Lenin, creador del Ejército Rojo que derrota la invasión de 14 ejércitos que invaden al recién creado estado obrero, presidente del soviet de Petrogrado, gran teórico y organizador y finalmente fundador de la IV Internacional. Hoy en día la relevancia de León Trotsky está en la justeza de sus análisis donde llega a anticipar la segunda guerra mundial y la caída de la URSS, entre otros pronósticos. Sus libros y publicaciones tienen plena vigencia y son una referencia de millones de militantes y trabajadores mientras que a sus asesinos y a su principal ideólogo e instigador, Stalin, se los recuerda por sus crímenes.
Trotsky luego de estar exiliado en Kazajistán pasa un año después a Turquía, su periplo lo lleva a Francia y posteriormente a Noruega hasta recalar finalmente en México, el único país en el mundo que le dió asilo. El asesinato de Trotsky fue un operación de la burocracia estalinista que contó con el amparo del imperialismo que también lo consideraba un peligro para sus planes.
Trotsky sobrevive a dos atentados antes de que finalmente fuese asesinado por Ramón Mercader. En el camino quedaban gran cantidad de militantes, colaboradores y familiares de León Trotsky asesinados, cualquiera que se opusiera a la línea política de la burocracia soviética era perseguido y eliminado, como pasó en España entre los años del 36 al 39 donde caen no soĺo trotskistas sino anarquistas de izquierda, miembros del POUM como su máximo dirigente Andrés Nin, y opositores de izquierda.
El asesinato de LT se da en el momento en que el imperialismo se abismaba en la segunda guerra mundial, junto con el ascenso del fascismo en Europa -como definiera Víctor Serge en la “Media noche del siglo”- y mientras en la ex URSS se concluyen “los procesos de Moscú” contra toda oposición política al régimen de Stalin. Sin embargo aún bajo esas terribles condiciones Trotsky y los miembros de la Oposición de Izquierda desarrollan una intensa actividad. Primero tratan de recuperar al Partido Comunista de la degeneración y combaten el giro ultraizquierdista del Partido Comunista Alemán y de la III Internacional copada por el estalinismo. Una política que rechaza el frente único con la socialdemocracia y desemboca en el ascenso de Hitler al poder, hecho que lleva a LT a la convicción de que el Partido Comunista es irrecuperable para la causa revolucionaria y se debe dar paso a la fundación de la Cuarta Internacional, un hecho que no se logra materializar hasta cinco años más tarde el 3 de septiembre de 1938. Finalmente, la firma del tratado entre la URSS y Alemania en 1939 agudiza los antagonismos con el aparato estalinista.
España fue objeto de un seguimiento y análisis detallado por Trosky, la guerra civil y la revolución españolas eran decisivas para detener el avance del fascismo. Un triunfo revolucionario en España hubiera frenado o cambiado el curso de la guerra mundial que preparaba Alemania para su conquista de Europa. La revolución española era el último escollo para el fascismo y Trotsky combatía las posiciones conciliadoras del anarquismo y del POUM y la política de frente popular del Partido Comunista. Los anarquistas entran finalmente en el gobierno de la república con Largo Caballero en noviembre de 1936, comprometiendo a las principales direcciones de los trabajadores y campesinos en defensa de los intereses de la burguesía y su estado contra la revolución.Trotsky criticó duramente la pérdida de la independencia del anarquismo y su entrada en el gobierno de la república y del POUM frente al nacionalismo catalán y su entrada en el gobierno de la Generalitat. El 20 de julio de 1936 el proletariado español derrotó el levantamiento militar contra la república. El episodio de Cataluña, y en particular el de Barcelona fue determinante porque la región y su capital quedaron en manos de los obreros anarquistas armados, pero Esquerra Republicana cooptó a los líderes de la FAI CNT mediante la formación del Comité Central de las Milicias Antifascistas de Cataluña. Un proceso que acabaría con su integración en el gobierno de Companys junto con el POUM. La aceptación de la CNT FAI para integrar el Comité, un paso con el que el POUM ya había acordado, puso fin al episodio revolucionario de las jornadas de julio y sirvió finalmente para reforzar el gobierno de Lluys Companys quien logró más tarde la disolución del Comité de las Milicias como condición para la integración de anarquistas y poumistas en su gobierno.
LT también fue un adversario feroz de la formación del Frente Popular que tuvo como único fin defender el estado burgués y derrotar la revolución como finalmente ocurrió. Casi un año después de que los obreros de la FAI CNT derrotaran la insurrección militar en Cataluña gran parte de la ciudad seguía bajo el control de las milicias de trabajadores a pesar de la disolución del Comité. Los milicianos anarquistas mantenían el control de la central de comunicaciones de Telefónica. Para poner fin a esta expresión de autonomía de los trabajadores el gobierno de Madrid ordenó una provocación organizada y dirigida por un dirigente del PSUC, el Partido Comunista en Cataluña. Un destacamento de la Guardia de Asalto tomó por las armas el edificio de la Telefónica. Inmediatamente se declaró la huelga general y se levantaron barricadas en toda la ciudad y localidades vecinas y en muchas otras ciudades como Madrid, sin embargo los dirigentes del POUM y de la CNT llamaron a entregar las armas y a acatar las órdenes del gobierno.
Una vez que la revolución es derrotada por el gobierno republicano del Frente Popular, con el Partico Comunista como escolta de los intereses de la burguesía, se coloca a la cabeza de la represión, se dedica a la persecución, encarcelamiento y asesinato de los principales dirigentes del POUM, FAI CNT y de todo el que se oponga a la línea de defensa del estado burgués que imponía el PC reproduciendo en España el terror que la burocracia estalinista desarrollaba en la URSS.
De los vínculos con España surgió el reclutamiento del asesino de León Trotsky, Ramón Mercader y el entrenamiento de los grupos de tareas para la persecución y aniquilamiento de opositores al estalinismo.
El triunfo de la revolución en España era también una amenaza para Stalin, ya que provocaría la solidaridad y avivaría las luchas contra el fascismo y contra el propio estalinismo dentro y fuera de la URSS dando alas a lo que por entonces era la perseguida Oposición de Izquierda. Hubiera significado también para Europa que sufría la expansión de Hitler, Musolini y otros movimientos fascistas en diversos países, un giro en la situación por el revés que implicaría para el fascismo. Por eso tanto Stalin como los países “democráticos” que negaron cualquier ayuda a la revolución española armaron un santa alianza en su contra para después lanzarse a la guerra de rapiña. El 1 de abril de 1939 cae la república y el 23 de agosto del mismo año Stalin y Hitler firmaron un pacto de no agresión y colaboración, el pacto Ribentrop-Molotov, que entre otras cuestiones comprometía a la URSS a no formar ninguna alianza contra la Alemania nazi. Formaba parte de la política de convivencia con el imperialismo bajo la teoría del “socialismo en un solo país” que impulsaba Stalin, no sólo con Alemania sino con las demás potencias imperialistas. El triunfo de la revolución en España hubiera sido un escollo insalvable para esa política.
Los problemas que generaron la revolución en España entre los años 31 y 39 siguen aún pendientes: la presencia de instituciones de la época feudal dentro del estado como la monarquía y la iglesia, la cuestión de las nacionalidades, el atraso agrario e industrial y su dependencia de las grandes potencias, tareas que las burguesías nacionales fueron y son incapaces de cumplir. El país sufría las consecuencias de la gran crisis capitalista mundial iniciada en 1929 con una depresión del sector agrario, desocupación y hambre, además del cierre del ciclo de crecimiento artificial a fuerza de endeudamiento público bajo la dictadura de Primo de Rivera. La caída de la monarquía en 1931 fue expresión del agotamiento del capitalismo español. Hoy, cuando el mundo se encuentra inmerso de lleno en una nueva y más profunda crisis del capital que la de 1929 estamos una vez más ante el agotamiento del capital y su derrumbe.
Los escritos de Trotsky sobre la revolución española tienen hoy plena vigencia y son una escuela de formación para los trabajadores por la construcción de su partido para la conquista del poder. Los que en el contexto presente se plantean una revolución democrático burguesa como las CUP y UP viven en el siglo XIX. Marx y Engels descartaron ya en1848 la posibilidad de que la burguesía emancipe a la sociedad. Hoy estamos en una fase de verdadera descomposición del capital y de sus posibilidades históricas y la burguesía carece de espacio para una revolución democrática incluso en las regiones sometidas por el centralismo español. Lo que está a la orden del día es la organización independiente de los trabajadores en su lucha por el estado obrero y la federación de repúblicas socialistas ibéricas.
A pesar de la intensa trayectoria poco común que ya de por sí lo ubicaba entre los personajes más importantes del siglo XX, Trotsky consideraba que su tarea más importante era la construcción de la IV Internacional. Luego de su muerte la IV degeneró y recayó en las mismas posiciones reformistas que su fundador combatió. El “trotskismo” pegó un giro inusitado bajo el Secretariado Unificado y comenzó a ver el “aspecto progresivo” de la burocracia soviética y un nuevo auge del capitalismo. Luego de la caída del muro de Berlín y de la URSS las corrientes mayoritarias del trotskismo concluyen que el período inaugurado con la revolución de octubre habría culminado y que la construcción del partido revolucionario se tenía que sustituir por la construcción de partidos amplios, ven las bondades de la democracia y abandonan la lucha por el gobierno obrero y el socialismo como planteaba la IV Internacional.
Hoy la mayoría de los grupos y partidos que se reclaman de la IV Internacional reniegan de su programa, el programa de transición. Los distintos partidos y grupos trotskistas en España hacen seguidismo a las posiciones de la pequeña burguesía (Podemos, Unidas Podemos, y antes a Izquierda Unida) o al nacionalismo catalán a través de las CUP, las mismas desviaciones que combatió LT del 31 al 39. Ayer como hoy está planteada en España la lucha por la independencia política de la clase obrera y la construcción de un partido revolucionario como parte de la refundación de la IV Internacional.