La ministra de Trabajo Yolanda Díaz ha mantenido una sonada audiencia “pública” con el jesuita Jorge Bergoglio, el Papa Francisco de Roma. El encuentro que se efectuó el 12 de diciembre, en el mes de las festividades religiosas por excelencia del cristianismo, precedió al pacto de Navidad con la CEOE y los sindicatos, es decir el acuerdo sobre las modificaciones a la legislación laboral que ha dejado en pie la piedra angular de la reforma del Partido Popular (PP) de 2012: el coste del despido para las empresas, amén de otras concesiones diversas que dejan en el lugar del ridículo el compromiso de Unidas Podemos de derogar la reforma laboral del PP.
Más virajes a la derecha
Díaz con su actuación ha hecho tabla rasa con el papel que la iglesia juega frente a la mujer y sus derechos al igual que frente a la sexualidad en general. En 2014 durante la visita del Papa Francisco al Parlamento Europeo Izquierda Unida abandonó el recinto en protesta por la intromisión de la iglesia en un espacio de la política pública europea argumentando que la religión es un asunto privado. En esa ocasión Bergoglio calificó de “asesinas” https://www.infolibre.es/politica/papa-entusiasma-pablo-iglesias-e-indigna-eurodiputados-izquierda-plural_1_1107409.html a las mujeres que abortan, lo que llevó a abandonar su escaño a la entonces eurodiputada Teresa Rodríguez.
El secretario general del Partido Comunista Español (PCE) ha salido al cruce de las críticas a Díaz por visitar al Papa, señalando que éste no es un “patrimonio” de la derecha https://www.elespanol.com/espana/20211213/enrique-santiago-visita-yolanda-diaz-papa-francisco/634436751_0.html y que es un “aliado”. Es decir que la visita al Papa de Díaz dista mucho de ser una decisión personal, para convertirse en una verdadera operación política. Ésta pasa por alto el verdadero papel de la Iglesia, no sólo a escala universal, sino en forma directa respecto de España ya que da un trato de privilegio a la institución a través de un Concordato firmado en 1953 entre el dictador Francisco Franco y el Vaticano. Este fue el primer reconocimiento internacional por un Estado de la dictadura. Para obtener este reconocimiento el régimen regó a la iglesia de prerrogativas. Muchas de éstas siguen en pie aun hoy, prueba de ello es que entre otras cosas el estado le asigna más de 10.000 millones de euros anuales del presupuesto público para su mantenimiento.
La oposición al aborto por parte de la Iglesia, su oposición a los derechos de los homosexuales y de la comunidad LGTBI, la apropiación de bienes inmuebles mediante el derecho a la inmatriculación, han sido relegados por Díaz y su epígono Santiago en aras de una imagen de reconciliación y unidad eucarística con la feligresía católica.También han pasado por alto que el hoy Francisco no movió un dedo por los 30.000 opositores “desaparecidos” bajo la dictadura militar en Argentina cuando Bergoglio era Superior de los Jesuitas. Como tampoco lo hizo para esclarecer el asesinato de curas vinculados al movimiento de las “villas miseria” bajo el régimen militar o el secuestro de dos curas de su propia orden. Bergoglio además militó en una organización vinculada a la derecha peronista denominada Guardia de Hierro, afín a las burocracias sindicales, que atacaron físicamente a las vanguardias obreras revolucionarias en Argentina.
El aliado Bergoglio
Bajo el paraguas de que Bergoglio es un “aliado”, supuestamente por sus tensas relaciones con los sectores más retrógrados de la curia vaticana, Santiago bendice el encuentro de Díaz con el Papa. Con el pretexto de que dentro del aparato eclesiástico hay sectores más derechistas que Bergoglio el secretario general del PCE convierte al Papa en un aliado y capitula ante la Iglesia, el símbolo por excelencia de la represión de la sexualidad, los abusos contra menores y la sumisión de la mujer. No se trata de un problema de “personalidades aliadas” se trata de la organización eclesiástica como un todo, con su mensaje de sumisión en la tierra en aras de una liberación en el cielo. Es la historia de siempre. Con el pretexto de que hay alguien más a la derecha se pacta con la derecha. Una profundización de esta estrategia llevaría a la paradoja de que, para aislar a Vox, hay que atraer al Partido Popular y para ello hacerle las concesiones que se considere necesarias.
En este caso, de paso, omite el papel jugado por la Iglesia en la Guerra Civil y su firme defensa del régimen franquista mientras alaba que el PCE haya tenido en su comité central curas, y no los defiende por el hecho de haber sido militantes comunistas, sino por ser religiosos. La afirmación lo único que hace es retratar qué es realmente el PCE en el año de su centenario. Una organización dedicada a sostener la conciliación de clases tras el disfraz de una supuesta izquierda. Santiago y Díaz, ambos militantes notorios del Partido Comunista Español, pretenden pasar por alto el papel de la Iglesia. Una institución medieval oscurantista, aliada de la burguesía y defensora del Estado capitalista que es el principal instrumento de la opresión de clases. De momento la Conferencia Episcopal Española ha saludado el pacto de Navidad aunque señalando que: “no obstante, tampoco se puede olvidar que el principal problema laboral es la falta de trabajo que afecta a millones de personas, especialmente jóvenes, por lo cual habrá de facilitar a las empresas la creación de empleo y el acceso a un trabajo digno a tantas personas que ven con incertidumbre su futuro.” https://www.conferenciaepiscopal.es/reforma-laboral-la-dignidad-del-trabajo-y-el-trabajo-digno/
Operación Frente Amplio
La visita de Yolanda Díaz al Papa es parte de una operación política del PCE, basada en una profundización de su giro a la derecha con la formación de un Frente Amplio en sustitución de Unidas Podemos. Esta coalición está en sus horas más bajas tras la traición sistemática a todos los objetivos de su programa, desde la derogación de la Ley Mordaza hasta la Reforma Laboral. Yolanda Díaz recibió el testigo en esta carrera de relevos del vicepresidente Pablo Iglesias, quien desertó de su puesto en el Gobierno sin dar explicación alguna. Argumentó vagamente que dejaba su cargo para reforzar la presencia electoral de Podemos en las elecciones a la Comunidad de Madrid tras la convocatoria electoral precipitada por la presidenta Isabel Díaz Ayuso para deshacerse de una incómoda alianza con Ciudadanos. Pero su salida en realidad era la antesala de otra operación para acomodar el juego interno del PSOE a cargo de Pedro Sánchez.
Vista en perspectiva, la salida de Iglesias del Gobierno fue el primer acto de la crisis del ejecutivo provocada por el presidente Pedro Sánchez. El PSOE se cargó al molesto charlatán de feria de Iglesias que ha vuelto a su redil de politólogo en los medios desde donde pontifica la conciliación de clases. Poco más tarde Sánchez se sacudió de encima a los personajes más quemados de su gobierno, pero la salida de Iglesias fue un aspecto clave.
Sobre esa depuración del Gobierno, Sánchez concurrió al 40 Congreso del PSOE donde se concreto un pacto con las tres principales corrientes internas del aparato socialista. Hizo las paces con Felipe González, con los barones territoriales presentes y pasados que se le oponían e incorporó al dirigente Antonio Hernando como miembro de su gabinete en la Moncloa. Hernando abandonó a Sánchez en la crisis de 2016 y fue el ex portavoz socialista tras el relevo de Sánchez por una gestora que sustituyó a la ejecutiva hasta la victoria interna, dos años después, del actual presidente del partido y del Gobierno. En el verano pasado Sánchez anticipó los pactos del 40 Congreso despidiendo a su todopoderoso asesor Iván Redondo a quien sustituyó por otro de sus ex aliados antes de la crisis de 2016: Óscar López, íntimo de Hernando. Estaba preparando el Pacto Interno.
Unidas Podemos se ha adaptado sin rechistar a esta evolución del jefe del Ejecutivo. La salida de Iglesias es reflejo fiel de ello. Yolanda Díaz, bendecida por Pablo Iglesias, quien huyó del gobierno bajo el lema de que “hay que feminizar la política”, ha montado entretanto su propia operación que pretende un rescate de última hora de Unidas Podemos. Se trata de diluir aun más una perspectiva de izquierda formando un movimiento de base más ancha denominado Frente Amplio, que a semejanza de su homónimo uruguayo agrupe a todo el arco a la izquierda del PSOE, y en algunos casos incluso a su derecha… con la expectativa de superar el difícil trance político en el que se encuentra Unidas Podemos por la sucesión de capitulaciones ante el PSOE y la política del gobierno.
Díaz y sus huestes venden todos los días como triunfo esas capitulaciones. Pero la huelga de los trabajadores del metal de Cádiz ha desnudado la situación real del movimiento obrero y las clases populares en nuestro país. El espíritu de lucha se mantiene intacto y los trabajadores están dispuestos a superar la capitulación de los políticos que dicen representarlos mediante su movilización directa y el método obrero por excelencia, la huelga general. CCOO y UGT tuvieron que luchar a brazo partido para lograr un acuerdo a espalda de los trabajadores para poder levantar la huelga del metal en Cádiz, antes que la extensa solidaridad que despertó el movimiento de fuerza dentro y fuera de España acabara por desatar una huelga general nacional.Ahora esos aparatos sindicales agitan como una nueva conquista una reforma laboral que la CEOE califica de útil a los intereses empresariales.
La visita al Papa es funcional a esa estrategia de Frente Amplio en el afán de Yolanda Díaz y el PCE por mostrar ante la derecha y el empresariado un perfil de política fiable para el capital. El mensaje de la Conferencia Episcopal es revelador en ese sentido. Lejos de delimitarse por la izquierda y ofrecer una alternativa de combate, se diluyen cada vez más en un abandono de sus propios principios. No hay límites a la capitulación a la que están dispuestos los aparatos del PCE y de Podemos como agentes de la burguesía en las filas del movimiento obrero y las plataformas sociales con el objetivo de mantener su control y fusionar su aparato con el del estado burgués que se ha convertido en la única fuente de su vigor menguante. El movimiento feminista que clama por sacar a la iglesia de la vida de las mujeres deberá metabolizar el ataque que la ministra de Trabajo ha hecho a sus principios.
El Grupo Independencia Obrera (GIO) se pronuncia por la separación de la iglesia del Estado, por la confiscación de los bienes de la Iglesia engordados por el proceso de inmatriculaciones, por la inmediata derogación del Concordato con el Vaticano, que los fieles mantengan a la curia, fuera la Iglesia de la educación por una enseñanza laica. En España es la Iglesia quien propone y certifica al profesorado de religión pero el estado quien lo paga. Esto es la difusión del oscurantismo con cargo a los presupuestos del estado.