España favorece el clima de guerra entre Marruecos y Argelia para promover un despliegue de la OTAN en el norte de África

La decisión del gobierno español en mayo de reconocer la soberanía de Marruecos sobre la ex colonia española del Sahara Occidental ha provocado una escalada de tensión entre Madrid y Argel que está lejos de disiparse y dibuja una amenaza bélica creciente entre Marruecos y Argelia. La decisión es expresión de los intereses de Washington y la OTAN respecto del norte de África.

El giro español que apartó al país de su posición precedente sigue al ejecutado por el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en 2020 en compensación por la reanudación de relaciones diplomáticas entre Rabat y Jerusalén. Pero la jugada española es inseparable de la guerra de la OTAN en Ucrania que determinó la oportunidad de la decisión como parte del alineamiento internacional en torno a una guerra mundial no declarada.

En respuesta a esta decisión el gobierno argelino anunció a comienzos de junio la suspensión del Tratado de Amistad con España, provocando una cadena de incidentes. El más grave fue la cancelación de las relaciones comerciales bilaterales hasta que la Unión Europea (UE), cuyo apoyo fue a solicitar el ministro de Exteriores Español José Manuel Albares, amenazó a Argel con represalias económicas si se mantenía el bloqueo de las cuentas bancarias para el comercio exterior con España. La Asociación Profesional de Bancos y Entidades Financieras (ABEF) argelina decidió congelar las transacciones comerciales a partir del 10 de junio para operaciones de comercio exterior con España.

La medida que amenazaba a 130 empresas españolas con un volumen de exportaciones de 3.000 millones de euros fue levantada tras las advertencias de la UE. Sin embargo la inestabilidad en las relaciones se mantiene, y entre sus consecuencias se cuenta el anuncio de que la empresa petrolera estatal argelina Sonatrach va a revisar las tarifas del gas que vende a España a través del gasoducto Medgaz, en el cual la argelina tiene el 51% del capital. España, en una operación muy costosa, está reemplazando la caída en el suministro de gas argelino por gas estadounidense. La firma de un acuerdo con Qatar para suministro de gas, aliado de Turquía, impulsora de los “hermanos musulmanes” y por tanto enemiga de Argelia, es parte de la misma estrategia.

El ataque a los intereses de Argelia que supuso el reconocimiento de la soberanía marroquí tiene consecuencias de largo alcance porque forma parte de una operación amparada por la OTAN para reforzar la posición del aliado estratégico de Washington en el norte de África: Marruecos. EEUU y Marruecos hacen maniobras militares conjuntas anuales en el Mediterráneo frente a las costas africanas. La monarquía de Rabat tiene ambiciones territoriales respecto del sur de Argelia, un enclave rico en minerales, en su estrategia de extender los límites geográficos para el Gran Marruecos. Las exhibiciones de fuerza están destinadas a mostrar que el imperialismo estadounidense y europeo lo respaldan.

La presencia de fuerzas del Polisario en la frontera con Argelia y la reivindicación de soberanía del gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) suponía para Argel un blindaje de sus fronteras con Marruecos. La zona mientras sigue siendo teatro de operaciones militares desde 2021 cuando se suspendió el cese del fuego entre el Frente Polisario y Marruecos. Sin embargo el reconocimiento español de la soberanía marroquí sobre el territorio del Sahara Occidental es un golpe importante contra los intereses de Argel y es una concesión que refuerza las aspiraciones de Rabat sobre el territorio de su vecino más allá de las fronteras vigentes.

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, a quien su coalición de gobierno y ministros de todos los colores le adjudican la exclusividad de definir la política exterior, lavándose las manos respecto de ella, ha dado instrucciones precisas a los mediadores españoles ante la OTAN para que en los documentos preparatorios de la cumbre de la organización prevista en Madrid el 29 y 30 de junio se trate la cuestión del Flanco Sur en el cual España quiere que se desarrolle un despliegue (https://www.elespanol.com/espana/politica/20220516/pedro-sanchez-despliegue-otan-africa-conflicto-kiev/672182958_0.html) similar al desarrollado hacia el Este europeo. Es improbable que esta sea una iniciativa española sin el respaldo de Washington.

Lo relevante es que el movimiento de España es una iniciativa para extender la guerra en Ucrania al norte de África, lo cual es coherente con el carácter mundial de la conflagración a la que asistimos. Argelia es un país que perteneció al grupo de “no alineados” y que mantiene relaciones políticas y comerciales con Rusia quien por otra parte es su proveedor de armamento. Argelia ha comprado sistemas defensivos de misiles S 400, al igual que Turquía por cierto, y ha renovado la flota aérea de combate con aviones adquiridos a Rusia. La tendencia a un enfrentamiento armado entre Marruecos y Argelia se ha acentuado desde el año pasado cuando Argelia suspendió el uso del gasoducto a través de Marruecos. La decisión española de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental ha reforzado esta tendencia. Los conflictos armados entre el ejército de Marruecos y las tropas del Frente Polisario de Liberación son incesantes en los territorios ocupados por Marruecos.

Rabat organizó un Foro de Inversores en la ciudad costera Saharaui de Dajla iniciado el 20 de junio a la que España decidió no enviar una representación oficial tras desatar la ira de Argel con el reconocimiento a Marruecos de su soberanía. En respuesta a este foro que estaba en principio organizado de forma conjunta con España Argel suspendió el tráfico turístico con España. España ahora pretende no irritar más a su proveedor de gas al enfrentar la posibilidad de sufrir un incremento de precios punitivo por su postración ante Marruecos y Washington. Dajla es un enclave estratégico sobre el Mediterráneo en el cual Rabat piensa desarrollar un nuevo puerto que competiría con los puertos españoles en el tráfico a través del canal de Suez que tradicionalmente recala en Valencia y Algeciras. Marruecos ya posee el puerto de gran calado Tánger Med frente a Gibraltar y Algeciras.

Mientras tanto la guerra de la OTAN en Ucrania resquebraja el tablero geopolítico y agudiza las divergencias entre los propios socios europeos en torno al suministro de gas y petróleo rusos. Italia ha firmado en mayo un acuerdo para aumentar el suministro de gas argelino en 9000 millones de metros cúbicos y Francia explora la posibilidad de incrementar su suministro de gas argelino a expensas de una caída del suministro a España. También Alemania se ha acercado a Argel para tantear sus posibilidades para obtener suministro de gas. Esta competencia por relevar a España como cliente preferente del gas argelino desnuda los conflictos entre los intereses imperialistas europeos y entre estos y las ambiciones de Estados Unidos.

No sólo esto. La Comisión Europea (CE) ha remitido a sus 27 miembros un documento en el cual analiza las consecuencias de la carestía de los alimentos, alertando de la posibilidad de sublevaciones populares por la extensión de una “hambruna catastrófica” consecuencia de la caída en el stock de cereales por la suspensión de las exportaciones de Ucrania y Rusia (https://elpais.com/internacional/2022-06-22/bruselas-teme-que-la-guerra-de-putin-provoque-oleadas-migratorias-hacia-la-ue-desde-el-norte-de-africa.html?rel=buscador_noticias). El documento señala la posibilidad de un éxodo migratorio masivo hacia Europa desde el norte de África que afectaría especialmente a España e Italia. Contradictoriamente el informe señala la necesidad de afianzar la relación con proveedores alternativos de combustibles como Argelia. La alerta de la CE refuerza la idea de un despliegue en el “Flanco Sur” de la OTAN ante la inminencia de la crisis en el Magreb y el Sahel. El informe destaca que “el impacto es ya muy significativo en Marruecos, Túnez, Libia o Egipto.”

El antecedente de la intervención conjunta de Francia, Reino Unido y Estados Unidos para derribar el régimen de Muamar Gadafi en Libia en 2011, al amparo del paraguas de la OTAN y con una resolución de las Naciones Unidas como justificación, es revelador de que la ausencia de una organización política independiente de los obreros y masas explotadas del norte de África permite al imperialismo intervenir ante los movimientos de resistencia popular para frenar los procesos revolucionarios como la denominada Primavera Árabe. Ese fue el motor de la intervención militar en Libia, frenar el alzamiento de las masas y establecer el arbitraje imperialista.

La intervención imperialista en el Magreb se despliega sistemáticamente con el objetivo de redistribuir la riqueza natural en su favor y consolidar posiciones estratégicas. Una guerra entre Marruecos y Argelia elevaría los enfrentamientos parciales al objetivo de la dominación imperialista sobre las fuentes de materias primas en Argelia. De paso podría extender su efecto sobre Libia, convertida en un estado fallido que es campo de operaciones de intereses de los aliados de la OTAN, Turquía y Qatar, de un lado y de Rusia del otro. El gas argelino en manos de Marruecos sería un reforzamiento del imperialismo europeo y estadounidense.

La infinidad de conflictos bélicos en el África subsahariana ponen de relieve la sistemática intervención del imperialismo europeo en beneficio de sus intereses comerciales. El continente en general es un territorio de enfrentamientos entre los intereses comerciales de China y Rusia con los de las naciones imperialistas europeas y de Estados Unidos. Es inevitable que estos conflictos converjan en torno a la guerra mundial en curso que hará de divisoria de aguas entre los intereses enfrentados. España está profundamente comprometida en la evolución de esos intereses. La disputa por la presencia territorial de fuerzas es permanente como pone de relieve el ejemplo de Mali, del cual las tropas destinadas a entrenamiento por la UE se retiraron en abril, tras la decisión de Francia y de la UE de quitar su apoyo al gobierno del país por la presencia de fuerzas rusas en la zona.

La decisión del gobierno español, no del presidente Sánchez como quiere hacer creer la bandada de proselitistas de Unidas Podemos que se dice la izquierda de la coalición, de reconocer la soberanía de Marruecos se inscribe plenamente en la evolución de la guerra de la OTAN en Ucrania hacia múltiples teatros de operaciones que forman parte de esta guerra mundial en desarrollo. Frente al avance bélico el discurso pacifista supone ceder la iniciativa a la OTAN y al imperialismo ruso. De lo que se trata es de organizar partidos obreros independientes de la burguesía y el imperialismo que luchen por el derrocamiento del capital en cada país.

El escenario de dislocación de los equilibrios económicos a escala internacional es un resultado directo de la guerra. También las sanciones económicas forman parte del escenario bélico. El crecimiento desbocado de las deudas públicas nacionales, el alza imparable del coste de vida por la escasez de alimentos y el precio de los combustibles, la interrupción de los flujos comerciales, la carrera armamentista y la expansión de la guerra, se han convertido en un peso insoportable para los obreros y los trabajadores a escala internacional. Tanto en España como en el Magreb, en el mundo semicolonial como en los centros imperialistas, lo que se abre es un periodo de luchas en la cual la organización independiente de los trabajadores es decisiva.

Por asambleas obreras contra la guerra, contra la carestía, contra el desempleo.

Por el desarrollo de partidos obreros independientes de la burguesía y las burocracias.

Por gobiernos de los trabajadores, contra la barbarie capitalista por el socialismo

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