Ante el descalabro en las pasadas elecciones del 28M de la coalición de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos, Pedro Sanchez decidió anticipar la elecciones. Es una medida tomada a la desesperada que pretende esquivar una crisis en el gobierno y de su propio partido. La decisión quiere polarizar por un lado a sus aliados, para que se agrupen en una supuesta lucha contra el avance de la derecha y por el otro a sus socios de gobierno con la intención que sean un anexo directo del PSOE como es el caso de Sumar. Al mismo tiempo deja colgado en el limbo a Podemos que está desde hace tiempo en un estado de hundimiento irreversible.
Unidas Podemos formada, por Izquierda Unida y Podemos, viene desde hace tiempo en caída libre por los fracasos del “Gobierno del cambio”, vendidos como triunfos. Su principal motivo de desgaste ha sido por jugar el papel de cubrir las espaldas por la izquierda al PSOE mientras decía que iban a “torcerle el brazo” al partido de Sánchez. Resultó lo contrario. La experiencia no fue un error, ni una trampa, ni una traición como tratan de explicar dentro de sus filas y argumentan algunas corrientes que se dicen marxistas. Fue una política consciente que expresó muy gráficamente Pablo Iglesias: “habrá que tragar sapos”.
Unidas Podemos fue dinamitada desde adentro, no por la derecha.Yolanda Díaz sucesora designada por Pablo Iglesias, crea Sumar donde Izquierda Unida (IU) toma el timón a expensas de su socio, Podemos. La construcción de Sumar por parte de Yolanda Díaz excluyó a los principales dirigentes de la formación morada como Irene Montero o Pablo Echenique, nombrando como segundo de la lista en Madrid a Agustín Santos Maraver, un miembro del cuerpo diplomático representante permanente de España ante las Naciones Unidas entre 2019 y 2023, y ex asesor del ministro de Exteriores Moratinos bajo Zapatero. La izquierda que había venido del 15M prometiendo que iba a cambiar la forma de hacer política termina de la peor forma. Podemos luego de un “paripé” de consulta a sus afiliados decide unirse a Sumar agarrándose a un clavo ardiendo.
El partido que estaba entre los tres primeros en las disputas electorales hace menos de 10 años y que se postulaba para reemplazar al PSOE, termina mendigando puestos. Han dado un espectáculo penoso en el cual lo que se regatea en el fondo son los cargos y por supuesto el reparto de las subvenciones electorales. Izquierda Unida a su turno intenta salvarse hundiendo a Podemos y ofreciéndose como fiel escudero al PSOE dando también un esperpéntico espectáculo a su militancia y a sus últimos votantes. El balance que hacen en esta izquierda sobre su debacle electoral se limita a culpar a sus electores, a los medios, a la derecha, etc. Es decir, eluden su responsabilidad y fundamentalmente que las masas empobrecidas que le dieron su voto no saquen las conclusiones correctas.
El papel real de esta izquierda es operar de cortafuego para la organización de las luchas de los trabajadores. Participan en los sindicatos y en las plataformas de lucha dividiendo y frenando cualquier iniciativa que pueda enfrentar al gobierno. Ante un triunfo de la derecha es previsible una avalancha de recortes y un aumento de las luchas de los trabajadores. Esta izquierda y los sindicatos burocráticos intentarán como siempre controlar el movimiento para frenarlas. Es necesaria una nueva dirección para orientar esas movilizaciones hacia una lucha consecuente. Mientras tanto agitan la teoría del mal menor para convocar al voto contra la derecha.
Muchas corrientes de la izquierda marxista que se define clasista siguieron también el argumento del mal menor, que peor es la derecha, que hay que frenar a la derecha, que no tenemos fuerza, que hay que acumular fuerzas, que todavía no hay conciencia, y así de seguido para justificar su apoyo a UP en las elecciones del 28M y lo volverán a hacer el 23 de julio. La izquierda marxista que utiliza los mismos argumentos que salen de la usina mediática del PSOE y de UP ha abandonado la lucha por la toma del poder de la clase obrera por el socialismo, y propicia la alianza de clases, es decir la subordinación de los trabajadores a la burguesía.
El resultado del 28M expresa entre otras cosas una tendencia a la quiebra de la clase obrera y la clase media empobrecida con el gobierno que dijo que venía a defenderlos, acentuar esa tendencia es fundamental para que los trabajadores terminen de romper con direcciones que no son de su clase y comiencen a construir sus propias organizaciones independientes del gobierno, de los partidos capitalistas y de las direcciones sindicales burocráticas y traidoras.