Los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo del pasado domingo han provocado una crisis severa en el rejunte político bautizado como Sumar impulsado por la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo Yolanda Díaz. La coalición logró tres escaños al PE y dejó fuera a la principal fuerza organizada, Izquierda Unida a la cual se le adjudicó el cuarto puesto en las listas. La ministra se ocupó personalmente de dejar en ese lugar al partido del que formó parte, como ex militante comunista, para hacer lugar a sus propias huestes del partido Sumar y de sus aliados como Más País. El resultado no sólo es un golpe serio para esa agrupación, sino para el propio gobierno de Pedro Sánchez. La estabilidad del ejecutivo realmente pende de un hilo.
Mientras tanto Yolanda Díaz anunció su dimisión como Coordinadora del agrupamiento Sumar y ha dejado los restos del naufragio en manos, de momento, del coordinador federal de Izquierda Unida, Antonio Maíllo con la perspectiva de formar una gestora colectiva. Sin embargo tanto Más País como las otras agrupaciones presentes como Equo Los verdes, no atinan a hacer un pronóstico sobre el futuro del frente de partidos. Lo único claro de esta caída barranca abajo es que todas las organizaciones mantienen su compromiso con el Gobierno… de momento. Díaz eso sí, dejó claro que mantendrá su cargo de ministra. Faltaba más.
Mientras que el PSOE se felicita de haber quedado sólo dos escaños por debajo del Partido Popular con 24 parlamentarios frente a 22, la realidad es que ha obtenido el 30,18% de los votos mientras el PP obtuvo el 34,20%. Es decir a ninguno de los dos les daría para gobernar si se tratara de una elección parlamentaria española. Pero la debilidad de Sumar además de los malos resultados del PSOE, son un indicio de que esta legislatura avanza a un final prematuro a pasos agigantados.
Tampoco le fue bien a Podemos con sólo dos escaños. Las formaciones de la izquierda democratista parecen condenadas a la extinción. Esto hace poco previsible que el PSOE pueda aspirar a una coalición exitosa en unas elecciones generales. Por su parte el PP quedaría a expensas de pactos con Vox y ahora además con una formación de ultraderecha, Se Acabó la Fiesta, encabezada por el ultraderechista Alvise Pérez que obtuvo tres diputados al PE igualando a Sumar también en porcentaje de votos. Los otros grupos parlamentarios, como los nacionalistas que apoyan al gobierno, tampoco han tenido buenos resultados. La participación electoral bordeando el 50% ha sido inferior a las anteriores elecciones al Parlamento Europeo.
El PSOE logró amortiguar su caída maniobrando ante el electorado desmoralizado de las formaciones a su izquierda. Agitando el fantasma de la ultraderecha logró arrastrar lo que califican de voto útil, es decir concentrar el voto para hacer frente a la derecha. Las sucesivas cartas del presidente Pedro Sánchez a la sociedad y la campaña contra la política de enfangar la reputación del enemigo y su amenaza de dimisión han formado parte de esta estrategia. También ha formado parte de este intento de arrastrar a un electorado más a la izquierda del PSOE la iniciativa del reconocimiento del estado de Palestina y la verborragia contra Israel que no se ha traducido en ningún hecho significativo.
Mientras tanto el PSOE cierra filas en torno a la OTAN y su apoyo al gobierno de Kiev. Ha comprometido una ayuda en armamento de 1.200 millones de euros hace escasas semanas durante la visita a Madrid del presidente Volodimir Zelensky. En España la derecha es tan belicista como la izquierda, y la formulación más extrema desde la izquierda del sistema es la de Podemos, que propone una solución diplomática a la guerra en curso. Las consignas de no a la OTAN, fuera las bases estadounidenses de España, han quedado para la izquierda democratista en el olvido. La sensación de que se vote a quien se vote nadie va a sacar a España de esta guerra ha contribuido en buena medida a la baja participación electoral.
Ahora el gobierno que ha centrado su campaña en denunciar que la oposición está en una sucia maniobra para enlodar la reputación de sus miembros, empezando por la cónyuge del presidente Sánchez y siguiendo con un caso de corrupción en el ministerio de Fomento bajo el anterior ministro José Luis Ábalos conocido como caso Koldo. La presidencia del gobierno quiere adpatar una dudosa ley sobe medios de comunicación de la Unión Europea para imponer transparencia a los medios de comunicación. La ley europea consiste establecer un control sobre los propietarios de los medios que formalmente apunta a los grandes grupos de comunicación que acaparan las campañas de publicidad y que son adversarios políticos de los gobiernos de turno. Esa ley se desarrolló con el intento de proteger a los medios pro UE de los gobiernos disidentes de Polonia y Hungría. También se intenta controlar a los medios de comunicación que se expresan mediante páginas web. Uno de sus objetivos es luchar contra la “desinformación”, por ejemplo el dar información objetiva sobre lo que ocurre en la guerra de Ucrania y cuáles son los intereses en juego…
Una ley de esta naturaleza supone su aplicación no sólo a los que se oponen al gobierno desde la derecha, sino a cualquier expresión de oposición que pueda quedar bajo la lupa del ejecutivo. Es una propuesta profundamente antidemocrática que en perspectiva será utilizada contra cualquier medio que defienda la independencia de clase de los trabajadores, aunque no se dedique a “enfangar” a la figura de los políticos en el gobierno. Para el GIO, la libertad de prensa debe carecer de restricciones. El código penal español tiene ya armas más que suficientes para que los que se sientan acusados mediante calumnias y falsedades se defiendan ante la justicia. El gobierno comienza a deslizarse por un camino sinuoso que es una amenaza grave a la libertad de expresión. Vale la pena recordar al respecto que la Ley Mordaza, que se aplica a los luchadores por los derechos de los trabajadores no ha sido derogada en ninguna de las dos legislaturas de la coalición de gobierno “más progresista de la historia de España”.
La clarificación del panorama electoral resalta que el cuento de la lucha contra la derecha está agotado y en crisis. Esto debería llevar a que las organizaciones de lucha y el activismo sindical abran un debate para un balance sobre el fracaso de la izquierda institucional. Ésta fue y es el principal freno en las luchas sindicales y sociales. Las direcciones sindicales de CCOO y UGT están implicadas directamente con Sumar y la mayoría de los sindicatos alternativos también de una u otra forma se dedicaron a repetir sus argumentos. Una política que afecta a plataformas de lucha como COESPE que ha desmovilizado y desmoralizado a los pensionistas. La mayor parte de la izquierda que se reclama marxista también siguió esa linea como se reflejó ahora en sus posiciones frente a las elecciones europeas.
Ante este escenario la lucha por la independencia política de los trabajadores, en contra de la guerra de la OTAN en Ucrania contra Rusia, por la derogación de la legislación represiva, por salarios y pensiones dignas, es la única respuesta de independencia política de los trabajadores a la presente descomposición política en España. Desde el GIO llamamos a un frente único de combate por estos objetivos. Por una huelga general contra la guerra por un gobierno obrero. Por una federación de repúblicas socialistas en Europa, abajo la Unión Europea y su política imperialista y belicista.