Escribe: Javiera Riquelme
(Agradecimiento al compañero chileno Ricardo Vásquez, dirigente del sindicato de Starbucks Chile, que me ayudó a clarificar y caracterizar algunas cuestiones).
Breve repaso
Hace 47 años, la clase obrera en Chile sufrió a manos del imperialismo yanki y el Golpe Militar, la última liquidación más implacable contra su vanguardia, que había protagonizado los Cordones Industriales.
Diez años después, en 1983 y en el contexto de la crisis capitalista -que en Chile se tradujo en un 24% de desempleo, hasta un 40% de inflación en algunas provincias, y la negociación de la Dictadura con hasta 40 bancos para evitar la quiebra- los obreros de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) convocaron al primer Paro General, cuyo llamado “Ha llegado la hora de pararse y decir: Ya Basta” engendraría la primera de varias jornadas de protestas nacionales contra la Dictadura de Pinochet que se repetirían durante los siguientes años.
La dirección de la CTC acabaría burocratizándose y siendo cooptada por el Partido Comunista (que hasta ahora la dirige), mientras que el sector más combativo acabaría en el Frente de Trabajadores Mineros; pero en general, la lucha iniciada por la Confederación, acabaría siendo capitalizada por la “Concertación de Partidos por la Democracia”, quienes pactaron con la Dictadura a través del plebiscito de 1988, la salida impune no sólo para el genocidio sino que también para la Constitución de Pinochet, la que se encargaron de perfeccionar en sus posteriores gobiernos con Aylwin (Democracia Cristiana – DC), Frei (DC), Lagos (Partido Socialista- PS) y Bachelet (PS), desmantelando la industria, y privatizando y precarizando los puestos de trabajo. Fue también la Concertación vestida de burocracia sindical, la que en vísperas a la democracia del mismo año fundó la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), que se transformaría en la garante post Dictadura de la desarticulación del sindicalismo.
Así fue como el movimiento obrero que comenzaba a levantarse del embate de la Dictadura, acabó siendo reducido y estatizado. No será hasta el 2006, que el movimiento obrero llevará adelante una serie de movilizaciones y huelgas. Las dos más significativas fueron las de los obreros del cobre y las forestales que, como víctimas de la subcontratación, se propondrían el desafío de organizar al sector más desmembrado.
La reciente recomposición del sindicalismo
Las olas de despidos, el estancamiento del salario real, y la precarización y violencia laboral que se agudizaron en los últimos diez años, han construido la necesidad de los trabajadores de construir centenas de sindicatos. Si bien en general, son muy pequeños dado que en Chile se ha impuesto la sindicalización por empresa y no por sector productivo, y que se han reducido las negociaciones colectivas desde la reforma laboral del último gobierno de Bachelet, es fundamental recoger lo que va indicando este emergente pues ha significado en los últimos años, la irrupción de un frente que se creía dormido.
Ejemplo de esto son los cortes de rutas, enfrentamientos, huelgas, ocupaciones y negociaciones por las mejoras salariales y condiciones de trabajo de cientos de trabajadores: Los obreros de las minas de Antofagasta, Valparaíso o Valdivia, los obreros industriales de Santiago, los obreros de la construcción en Talca, los trabajadores estatales del Servicio Nacional de Menores SENAME, los profesores municipales, los siempre combativos portuarios de todo el país en especial en Valparaíso, y los pescadores artesanales de Quintero y Ventana que dirigieron además, movimientos territoriales en las Zonas de Sacrificio donde la mega industria contamina el medioambiente y envenena a la población. Lo mismo ocurrió con los trabajadores más jóvenes que levantaron sindicatos en empresas como Starbucks, Mc Donald´s y Burguer King.
El congreso de la CUT
La CUT realizó el pasado 25 de enero, su XXII Congreso que sólo incluyó delegados. En el Congreso se discutieron tres cuestiones fundamentales: reformas estatutarias, reactivación de las huelgas y movilizaciones, repudio a las violaciones a los DDHH por parte de la represión, y el apoyo al proyecto de “Nueva Constitución” del gobierno y oposición.
Sobre lo primero, el congreso aprobó con un 95% de los votantes la votación universal (un trabajador, un voto) para el próximo proceso electoral que se llevaría a cabo el 20 de agosto de este año. Sobre lo segundo, se aprobó un itinerario de movilizaciones para este primer semestre que incluiría el llamado a una nueva Huelga General.
Estos dos primeros puntos aprobados reflejan, por una parte, la incorporación a la Central de nuevos sindicatos que mantienen una relativa independencia de los partidos tradicionales, y por otra, la presión generalizada de sus bases que desde octubre pasado comenzaron a llamar a la movilización sin su “autorización”; todo en medio de un escándalo por el destape de corrupciones y fraudes en el padrón electoral ocurridas en las elecciones pasadas.
El tercer y cuarto puntos refieren al “Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución” que lleva adelante el gobierno y la oposición (a la que pertenecen). En el tercer punto acordaron repudiar las violaciones a los DDHH que han perpetrado las fuerzas represivas contra los luchadores sociales. Pero lo interesante es la contradicción y ‘deja vu’ que viene en el cuarto punto en el que acuerdan apoyar el acuerdo.
A saber, lo que se propagandiza como “Nueva Constitución”, es en verdad una reforma con quorum y participación absolutamente restringidos y que dejará intactas las cuestiones estructurales que reclaman los manifestantes: Fin a la privatización de los fondos de pensiones, la educación y la salud, y la expropiación de los recursos naturales.
En abril se convocaría a un plebiscito que consultaría a la población si “aceptan” o “rechazan” reformar la Constitución, y de aceptarse, sólo dos órganos posibles pueden redactar dichas modificaciones: una “Convención Mixta Constitucional” con 50% miembros del actual Congreso y 50% de “constituyentes” votados en octubre, o una “Convención Constitucional” con 100% de “constituyentes”. Pero, para cualquiera de estas dos opciones, los “constituyentes” serán electos a través del mismo sistema electoral que rige actualmente para diputados y representando y manteniendo las mismas proporciones que tienen las coaliciones políticas al interior del Parlamento.
En resumen, la dirección de la CUT jugó en este Congreso primero a la descompresión del descontento de sus bases prometiendo democracia sindical a partir de agosto, segundo, a definir las condiciones bajo las que se deberían dar las siguientes luchas, y tercero, a promover un pastelito cocinado por la derecha y sus partidos al estilo del plebiscito de 1988, en el que ningún trabajador tendrá ninguna participación ni ejercicio de Poder, y en el que las cuestiones estructurales que organizan la economía y la política del país quedarán intactas.
La CUT en la Mesa de Unidad Social (MUS)
Durante las primeras semanas de movilizaciones en Chile, se conformó la Mesa de Unidad Social, que está compuesta por más de cien organizaciones sindicales, territoriales, estudiantiles, ambientales, indigenistas y feministas que, para ser breves y sinceros, incluye tanto a sectores combativos como la Unión Portuaria que llamó “a organizar la Huelga General para avanzar con la Asamblea Constituyente”, como por sectores burócratas y contrarrevolucionarios dirigidos por el Partido Comunista (PC) y el Frente Amplio (FA) que reclamaron a Piñera “atender las demandas de los manifestantes para vaciar las calles y evitar hechos de violencia”.
La dirección de la MUS la tiene el llamado Bloque Sindical conformado por la CUT y el Colegio de Profesores. Hace un tiempo, la MUS atravesó una crisis luego de la filtración de reuniones secretas que habría mantenido el Bloque Sindical con el gobierno de Piñera para discutir entre otras cosas, la contención de las masas en el avance de la Reforma del Sistema de Pensiones.
Esta crisis significó la salida de algunas organizaciones que, sin tener posiciones revolucionarias, mantenían al interior de la MUS cierta tensión respecto a las posiciones más conservadoras. La resolución de esa crisis se dio por derecha, y ahora existe cierta homogeneidad en la Mesa por la defensa férrea por la aprobación de la Nueva Constitución.
Por una agenda clasista del movimiento obrero chileno
A dos meses del primer plebiscito, la CUT y su radio de burócratas pretende conciliar la lucha en curso esperando que con la promesa de Nueva Constitución se diluyan las consignas de Fuera Piñera y Asamblea Constituyente Libre y Soberana.
El movimiento obrero deberá colocarse lo antes posible a la cabeza el proceso revolucionario, superando a sus burocracias sindicales y promoviendo la superación de todas las burocracias de las organizaciones sociales (como las de la MUS), e imponer una agenda de lucha independiente del régimen y en consonancia con otros frentes como los secundarios, que han decidido repudiar el Acuerdo y no participar de él.
La participación y reorganización de las bases de las centrales sindicales no pueden esperar hasta abril o hasta agosto para darle tiempo al gobierno de que avance con sus políticas de conciliación cuando le resulta, y de represión cuando no.
Los sindicatos independientes que han sido levantados recientemente, y los obreros de avanzada (y sobre todo los de los sectores productivos estratégicos como la minería, las forestales y los puertos), deben llevar adelante un congreso de bases que defina sus reivindicaciones particulares y generales, que organice una Huelga General indefinida, y que lleve adelante una convocatoria propia de la clase para la Asamblea Constituyente Libre y Soberana que sustituya los tres poderes del estado burgués; porque la fatalidad de la crisis y la tendencia creciente a la ofensiva de las masas, abren en Chile y el continente oportunidades, expectativas y por sobre todo, responsabilidades revolucionarias sin igual.
Sólo un mes faltan para la lucha que muchos esperan profundizar para marzo, y Piñera ya prepotea desde los medios de comunicación con sus nuevas políticas represivas y su nueva infraestructura de guerra, pero en ello, hay una semejanza con Macbeth cuando gritó <<¡En guardia! y que caiga quien diga “basta”>> un rato antes de que el reino se le fuese a la mierda. Avancemos compañeros, y armémosle la tragedia al monarca.
POR UN CONGRESO DE BASES DE LAS CENTRALES SINDICALES
POR LA CONSTRUCCIÓN DE CORDONES EN TODO EL TERRITORIO NACIONAL
A CONSTRUIR, FORTALECER Y MULTIPLICAR LA ORGANIZACIÓN CLASISTA Y DE COMBATE DEL MOVIMIENTO OBRERO
POR UNA HUELGA GENERAL INDEFINIDA
¡FUERA PIÑERA! ¡ASAMBLEA CONSTITUYENTE LIBRE Y SOBERANA!
¡POR EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN LATINOAMERICANA!
(Publicado por POLITICAOBRERA.COM DE ARGENTINA)