Por la inmediata liberación de todos los presos políticos
La evolución represiva del régimen de la transición se sigue profundizando. La última expresión de este proceso es la detención del cantante de Rap Pablo Hasél el pasado martes en la universidad de Lérida en la que se había refugiado arropado por simpatizantes. Hasél acumula condenas por enaltecimiento del terrorismo, de las cuales ya ha cumplido nueve meses, y ahora ha sido detenido por negarse a pagar una multa de 38.000 euros impuesta por un juzgado por injurias a la corona y a las instituciones del estado. Una vez detenido, la Audiencia Provincial de Lérida lo ha condenado además por agredir un testigo en otro juicio. El gobierno por su parte ampara al ex jefe del estado, el rey emérito, que descansa en los Emiratos mientras salen a la luz una tras otra sus prácticas corruptas y la policía se dedica a reprimir a mansalva las protestas vecinales contra la actuación de las fuerzas del “orden”.
La detención del rapero ha provocado una ola de indignación entre la juventud que ha salido a la calle en varias ciudades de España en movilizaciones de considerable entidad. Una parte importante de la juventud se identifica con las canciones de Hasél entre otras cosas porque es el sector más castigado de la sociedad española con un índice de paro del 41% mientras la media en Europa es del 14%. El efecto de la pandemia y el empobrecimiento que ha supuesto para las familias de los trabajadores, está además expulsando a los estudiantes más humildes de los colegios y las universidades, sin recursos para las clases remotas y sin becas para estudio.
La base rompe con Podemos
Las movilizaciones juveniles ponen además de relieve la creciente ruptura de Izquierda Unida y de Podemos con su base, los jóvenes que creyeron en sus promesas de asaltar los cielos. La simpatía por el rapero va de la mano de sus letras que son lapidarias hacia los políticos institucionales, incluida la pretendida izquierda del Gobierno, Unidas Podemos. No en vano el voto a UP cae con cada elección. La rebelión juvenil ha tirado por la ventana la afirmación de que “aquí no pasa nada”y pese a carecer de una dirección clara va dirigida contra el gobierno y contra el poder.
Los juzgados han pretendido, como es norma en España, marcar la agenda política castigando a un artista rebelde que denuncia al sistema y a la monarquía en un momento de extrema debilidad de la corona española acosada por la corrupción. Es un intento de hacer valer los objetivos que la derecha no logra imponer por su debilidad, pero ante la cual el gobierno retrocede permanentemente. Un retroceso que se explica por su coincidencia en la defensa del régimen político de la transición y los intereses de los capitalistas ante el temor a un estallido social que haga temblar los cimientos del estado. El fin de semana que precedió a la detención de Hasél tres policías dieron una descomunal paliza a un parroquiano en un bar de la ciudad de Linares en la provincia de Jaén que estaba en compañía de su hija menor de edad.
Represión en Linares
La población de ese barrio de Linares salió a la calle en protesta por el atropello policial y las fuerzas antimotines desencadenaron una feroz represión sobre los vecinos movilizados. En la agresión policial se utilizó fuego real. Una semana antes un grupo de 200 músicos, artistas e intelectuales se movilizaron y solicitaron al gobierno la derogación de la legislación represiva que consideran que es el instrumento mediante el cual se persigue a músicos y artistas. Se trata de la famosa “ley mordaza” que penaliza la libertad de opinión y aplica severas penas. El estado español ha perdido multitud de juicios ante el Tribunal Europeo de Justicia que ha obligado al Tribunal Supremo a rectificar doctrinas ya establecidas en España por anticonstitucionales y opuestas a la democracia y a la libertad de expresión. La iglesia y sus ramificaciones civiles son los grandes promotores de cualquier ataque contra las expresiones de arte independientes y de crítica a la religión reflejado en procesos por blasfemia contra artistas e intelectuales.
El Gobierno de coalición no quiere llevar adelante la despenalización de la libertad de expresión mediante la derogación de la Ley Mordaza que formaba parte de su programa electoral. Tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias han olvidado ese compromiso electoral. Lo que determina su conducta es el temor a un desborde de las luchas ahora dispersas y preservan por ello los mecanismos represivos. Los hechos demuestran que el programa electoral del gobierno fue un engaño porque jamás tuvieron la intención de derogar las leyes represivas, la reforma laboral o las de las pensiones o proceder a la liberación de los presos políticos, muchos de ellos por opinar.
El papel del “ala izquierda”
Queda claro que la cooptación para el Gobierno de UP no es más que un intento de reforzar el control de los trabajadores y la juventud. En este contexto las afirmaciones de los ministros de Unidas Podemos que critican la calidad democrática de España es una verdadera tomadura de pelo. Las críticas de sus miembros en el Gobierno para lo único que sirven es para despertar la ilusión de que la presencia de esa ala izquierda opere algún cambio en la política del consejo de ministros. Es decir funcionan como elemento que promueve la resignación ante el Gobierno y la pasividad frente a su política. Las movilizaciones de los vecinos de Linares y de los jóvenes tienen un hilo conductor, el rechazo a la política de represión con la cual el estado burgués pretende mantener en pie el sistema de explotación de los trabajadores.
Mientras tanto la Delegación del Gobierno en Madrid autorizó un acto en homenaje de los Caídos de la División azul, el cuerpo expedicionario enviado por el régimen de Franco para acompañar a las tropas de Hitler en su invasión de la Unión Soviética durante la segunda guerra mundial. En ese acto se hizo una alabanza de la gesta Nazi y se consumó una apología del antisemitismo. Ahí no hubo represión. Sí hubo un sacerdote que se dirigió a la concurrencia ante el monumento en homenaje a los caídos la División Azul en el cementerio de la Almudena.
Adaptación a la derecha
Este encadenamiento de los hechos demuestra a las claras que el Gobierno se adapta a las presiones de la derecha, deja a la luz que su programa electoral era decorativo, y carece de la voluntad de derogar nada porque el plan de nuevos ajustes sumado al caos social generado por la pandemia hacen imprescindibles las leyes represivas para contener el descontento. Si realmente quisiera hacerlo cuenta con los votos necesarios en el Congreso. Las plataformas sociales influenciadas por Unidas Podemos, el socio de gobierno del PSOE, han intentado por todos los medios mantenerse al margen de la lucha contra esta ofensiva represiva.
La Coordinadora de Pensionistas (Coespe oficial) intentó postergar cualquier acción en contra de la detención y persecución política de Hasél. La plataforma de pensionistas se queja de forma sistemática de que la juventud no se moviliza en defensa de las pensiones y deja en el aislamiento al movimiento pensionista. Una afirmación falsa porque en la época de las grandes movilizaciones de los pensionistas contra el gobierno del PP el movimiento estudiantil organizado tuvo una decidida participación. Pero ahora que los jóvenes se movilizan por derechos democráticos elementales, las organizaciones de pensionistas intentan mirar para otro lado para preservar al gobierno del cual UP forma parte. Pero bajo la presión de los acontecimientos algunas plataformas ya han comenzado a pronunciarse por la libertad de Hasél y por la derogación de la ley Mordaza.
Los presos del Procés
Un antecedente esencial de este cuadro de avance represivo es la condena a prisión de los dirigentes políticos y sociales catalanes tras la convocatoria del referéndum el 1 de octubre de 2017. Las condenas a los presos del Procés son el resultado de un código penal franquista que aplica los delitos de sedición y rebelión a la población civil. La burguesía española pretende resolver la cuestión nacional, es decir la tendencia a la disgregación de España bajo el dominio del capital, mediante decisiones de orden público pero no logra impedir que la mayoría del voto en Cataluña se haya volcado el 14 de febrero en favor de los partidos nacionalistas. Sin embargo, los propios partidos nacionalistas catalanes han renunciado a la movilización de masas para exigir la liberación de sus presos políticos. Mientras tanto la policía autonómica, los Mossos d’Esquadra que dependen de la Generalitat, son los que reprimen a los jóvenes y a los trabajadores en Catalunya.
La rebelión juvenil ha reiterado el principio de que las masas en acción superan a las direcciones. La movilización ha desmentido el “acá no pasa nada” y dejado en ridículo el argumento del gobierno y su ala izquierda acerca de “qué pasaría si gobernara la derecha”. El gobierno y su izquierda aparecen como el brazo ejecutor de los planes de la burguesía, de la CEOE, el Ibex35 y la UE en los que todos coinciden.
Derrotar los planes represivos
Las movilizaciones por la libertad de Pablo Hasél son un tema central para el resto de los colectivos en lucha, principalmente para la clase obrera. Plantear la unidad sobre esta cuestión es central para infligir una derrota a los planes represivos y a las algaradas fascistas, y para imponer nuestros reclamos. Como no podía ser de otra manera las dos principales centrales sindicales, CCOO y UGT, se mantienen en un silencio cómplice con el gobierno.