En un país que es epicentro de fenómenos sísmicos, la calificación de la derrota del proyecto de Constitución que elaboró una Convención convocada para ello como un “terremoto” debiera ser tomada al pie de la letra. Fue el castigo a un fraude político sin atenuantes y a un grupo de arribistas de izquierda que pactaron con el pinochetismo y sus secuaces de la ex Concertación (socialistas y democristianos) la contención y la neutralización de la rebelión popular que irrumpió en octubre de 2019.
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