Italia: los gobiernos de la burguesía se derrumban bajo los embates de la crisis del capital

(Por Raffa di Blasio, Prospettiva Operaia)

La crisis permanente del sistema, entre recesión económica, escenarios de guerra y el atolladero pandémico, está produciendo una crisis en el consenso de los gobiernos de las principales economías del mundo. Tales crisis dejan como resultado gobiernos extremadamente debilitados, como en los EE. UU., Alemania y España, o Ejecutivos sin mayoría, como en Francia, o finalmente Ejecutivos completamente colapsados como en Inglaterra e Italia. De las imágenes del G20 en España, del G7 en Alemania, así como las de los convoyes de los jefes de Estado y de Gobierno a Kiev, que quisieron mostrar un imperialismo fuerte y decidido en la conquista del espacio ex soviético y el Pacífico, sólo queda el cuadro despiadado de un Occidente en crisis vertical.

El final de Johnson, el final cercano de Macron

El gobierno conservador de Boris Johnson se derrumbó sobre sí mismo tras la renuncia masiva (una cincuentena) de ministros y otros miembros del Gobierno, quienes, aprovechando los escándalos personales del ahora ex primer ministro, decidieron poner fin a su desastrosa experiencia. Según una encuesta del gobierno inglés, el 69% de los votantes se pronunció por la dimisión del primer ministro, incluida la mayoría (54 %) de los propios votantes conservadores. Las políticas de minimización de la pandemia de Covid, que han unido a los líderes más importantes de la derecha mundial (con todo respeto a la izquierda ´antivacunas´), como Trump y Bolsonaro, con intervenciones y medidas reducidas al mínimo, y con un sistema nacional de salud prácticamente desmantelado, no sirvieron al propósito de evitar el daño a la economía, a pesar de otorgar ayudas económicas a fondo perdido a las empresas y habilitar despidos a empleados y trabajadores por cuenta propia. Con una inflación del 11%, todo ello ha agravado la deuda pública incluso antes del nuevo golpe que supuso la guerra de Ucrania, en la que el gobierno británico ha invertido fuertes medios económicos y militares. El coste de la vida ha llegado a niveles insoportables, y se espera que las tarifas de electricidad y gas aumenten un 40% antes de que finalice el verano. La relación deuda/PIB ahora ha superado el 100%, por primera vez en más de 70 años.

La situación política y económica en Francia ciertamente ya no es estable. En las recientes elecciones legislativas, más de uno de cada dos votantes desertó de las urnas (54% de abstención), en este caso un récord histórico para la V República (sin considerar que en los barrios populares y en los suburbios, donde la pobreza y el voto rara vez superaban 33%, esto es, un tercio de los que tienen derecho a voto). Las elecciones legislativas, que se celebran próximas a las elecciones presidenciales, en general han entregado mayorías estables a los presidentes recién elegidos. En cambio, esta vez la coalición “Ensemble” de Macron se ha quedado lejos de los 289 escaños que garantizan la mayoría absoluta, perdiendo un tercio respecto a la anterior Asamblea Nacional (de 350 a 245). Es la mayoría (relativa) más pequeña jamás obtenida desde el nacimiento de la V República. Le Monde afirmó que para el ´enfant prodige´ de la política francesa es “un gran fracaso, […] un escenario de pesadilla para el presidente”. Las feroces “reformas” antisindicales, antipopulares, antiobreras de los últimos 5 años (y para los próximos cinco ya se vislumbra la de subir la edad de jubilación) Macron las manejó con la arrogancia de quien había sido aclamado punta de lanza del capitalismo europeo -junto a Draghi- y legitimado por un éxito electoral en 2017 que, sin embargo, tenía pilares que se encontraban lejos de ser sólidos y duraderos. En un país agobiado también por una crisis inflacionaria y una subida atávica de los precios y del coste de la vida, las cíclicas protestas de las banlieues (suburbios), de los Gilets Jaunes (chalecos amarillos), de los estudiantes y especialmente de la clase obrera francesa (huelgas de los trabajadores ferroviarios, la mayor duró tres meses en 2018; continuas luchas obreras del sector automotriz en Renault, Peugeot-Citroen, Dacia, movimiento contra la reforma de las pensiones en 2020, etc.), son cualquier cosa menos una cosa del pasado. Y Macron lo sabe.

Crisis total en Italia

Desplome del PIB, inflación por encima del 8%, previsión de ´estanflación´ (inflación + recesión), tasa de desocupación también por encima del 8% (20,5% entre los jóvenes), continuas crisis empresariales, cierres y despidos, emergencia sanitaria permanente (en un país entre los que más muertos hubo por Covid en Europa, 170.000), crisis energética, deuda pública en constante crecimiento (actualmente 152% del PIB), alto costo de vida fuera de control, también debido a las consecuencias en costos y precios de la guerra imperialista, en la que Italia está completamente involucrada. Este es el catastrófico escenario de nuestro país, definido desde hace tiempo por la propia prensa burguesa como el “enfermo de Europa”. No en vano es el país que mayor apoyo económico solicitó (209.000 millones de euros) a la Unión Europea en el marco del plan Next Generation UE, circunstancia que aumentará aún más la deuda pública en los próximos años. Este es el escenario catastrófico que no podía dejar de conducir a un nuevo callejón sin salida política (la cuarta en cuatro años de esta legislatura). Sólo una lectura superficial y pro burguesa puede atribuir la crisis actual a las riñas en el palacio y al carácter sórdido de los grupos parlamentarios, partidos y pequeños partidos italianos. La crisis política es el resultado de la crisis económica del capital, de la crisis sistémica y del régimen político de la burguesía. Bajo los embates de esta crisis, la clase política italiana hace tiempo que perdió legitimidad y, en un país históricamente con una alta implicación política y electoral, hay una participación cada vez menor en cada vuelta electoral: 57% en las regionales de 2020; 54,4% en la administrativa 2022; 54,7% en primera vuelta y el 42,2% en segunda vuelta. Con uno de cada dos votantes desertando consecutivamente de las urnas, no hace falta decir que ninguna fuerza política puede celebrar ningún tipo de resultado. ¡El régimen político italiano descansa sobre pies de barro! Cuando en 2019 la Liga de Salvini conquistó el 34% en las elecciones europeas, toda la izquierda, desde la reformista hasta la movimientista, de la sindical a la clasista (incluyendo casi todo el autodenominado trotskismo italiano), gritó ante el peligro de la reacción y dijo que estábamos a las puertas de un imparable fascismo, mientras nosotros, casi solos, denunciábamos los límites y las contradicciones de ese momento éxito de la Lega, el Movimiento 5 Estrellas y su gobierno populista(https://prospettivaoperaia.org/2019/05/29/la-vittoria-di-pirro-di-capitan-salvini-il-crollo-delle-illusioni-a-5-stelle-e-il-fallimento-di-nuove-e-vecchie-sinistre-riformiste/). Tres meses después ya no existía ese gobierno, tres años después ya no existe el principal animador de esa experiencia y de todas las posteriores, en la actual legislatura, el M5S. En cuanto a la Lega, las contradicciones internas que hemos señalado a lo largo de los años han desgarrado a ese partido, dividido en el partido de los gobernadores de la región norte (Lombardía, Véneto, Piamonte), el partido de gobierno que representa las peticiones de los patrones y jefes del Norte productivo representado por Giorgetti, el partido de la propaganda demente y el doble juego representado por Salvini. Para ambos partidos, los resultados electorales son desastrosos. El 32% de los 5 Estrellas de 2018 y el 34% de la Liga de 2019 se han convertido ahora en resultados de un solo dígito. El populismo interclasista y “responsable” del Movimiento 5 Estrellas se ha derretido como la nieve al sol, reducido al hueso y con un protagonismo cada vez más marginal en la web y finalmente destruido en el parlamento (donde pasó de 334 a 166 parlamentarios… ¡por ahora!). Las reformas Agua de rosas, Renta Ciudadana, Cuota 100, se han vaciado o cancelado del todo. El gobierno de unidad nacional del superbanquero, al margen de cuáles sean los nuevos acuerdos palaciegos (incluso a favor del propio Draghi), no pudo hacer frente al momento de caída libre de esos mismos partidos que le dieron vida, incluido el partido “de los no populistas”, como se puede observar fácilmente desde el terror, abiertos (Partido Demócrata y la galaxia de centro, que ahora también incluye al nuevo parásito por excelencia de la política italiana, el Ministro de Relaciones Exteriores Di Maio) o encubierto (Fratelli d ‘Italia ), para acudir a las urnas.

Esas mismas urnas que ni hoy ni mañana salvarán ni a los citados partidos burgueses ni a las organizaciones de izquierda reformista o de centro, que ya organizan su presencia en la contienda electoral. La situación de extrema crisis del régimen burgués sólo puede ser enfrentada, en Italia y en todo el mundo, por la clase obrera en el terreno político de la revolución socialista. A partir de los próximos “otoños calientes” e independientemente del gobierno que esté frente a nosotros, todos los comunistas revolucionarios sinceros y militantes de la izquierda de clase debemos ponernos al servicio de esta construcción y de esta meta, no de la política electoral y parlamentaria. Rituales del teatro político burgués.

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