Ómicron vuelve a desnudar “las enfermedades prevalentes” de la izquierda democratizante

El abandono sanitario en las villas

Escribe Julián Asiner10/01/2022 (Política Obrera de Argentina, tendencia del Partido Obrero)

El ´tsunami Ómicron´ conmueve al planeta. Representa el fracaso de la ´nueva normalidad´, el eufemismo con el que el capitalismo promovió la continuidad de su funcionamiento en ´convivencia´ con el virus. En lugar de la ansiada ´inmunidad de rebaño´, la replicación masiva del Covid trajo consigo nuevas mutaciones –sin morigerar tampoco la tendencia al colapso de la economía y los regímenes políticos. En el África Subsahariana, donde esta cepa se originó, la vacunación es absolutamente marginal, solo alcanza a un tercio… del personal de salud.

Los apologistas de la ´nueva normalidad´ debieron, entonces, acomodar su relato: esta vez sí, aseguran, el tsunami sería el principio del fin. ¡A contagiarse que se acaba la pandemia!, es la consigna oficial, mientras los grandes laboratorios embolsan fortunas en vacunas, testeos y auto-testeos. Otros, menos optimistas, aclaran que no hay garantía contra nuevas combinaciones: en pocos días aparecieron la ´Flurona´ -gripe y Covid-, la ´Deltacron´ -Delta y Ómicron-, la variante de Camerún y hasta un rebrote de distintas cepas de la gripe aviar que preocupa en Europa y Asia.

La destinada a soportar todo el peso de esta falsa política sanitaria es la clase obrera. Hasta que el ´fin de la pandemia´ se haga efectivo, el capitalismo declara que hay que hacer todo lo necesario para rescatar al sistema: reducir aislamientos, eliminar la cobertura por enfermedad, descontar premios y presentismo por ir a testearse, descartar burbujas, desmantelar protocolos y evitar subsidios de cualquier tipo, incluso los alimentarios que sostenían los confinamientos en las villas. En el caso de los trabajadores de la salud, que vayan a trabajar aunque sean contacto estrecho. Bajo la anuencia de ´todistas´, ´cambiemitas´ y la mirada atenta del FMI, el ´Estado presente´ cede su lugar a un control patronal de la crisis sanitaria.

El ´siga, siga´ de la política capitalista es una fábrica de nuevas variantes –mientras condena a las mayorías trabajadoras al derrumbe social y económico. Una gran deliberación acerca de cómo actuar recorre a los lugares de trabajo y las barriadas. ¿Cómo se para la izquierda frente a este tsunami? La ´cepa oficial´ de la izquierda de nuestro país hace tiempo accedió a moverse en los andariveles de la ´nueva normalidad´ del capital. “Campañas de concientización sobre la importancia de vacunarse”, “comisiones de seguridad e higiene”, se lee en La Izquierda Diario (7/1); “acelerar y profundizar los testeos”, “mayor cantidad de vacunados”, añade lo que otrora fue Prensa Obrera (6/1).

Los programas de la izquierda ´oficial´ no dan respuestas. La ruta que ofrecen es intensificar la fallida orientación gubernamental, a través de una mayor dosis de testeos y vacunas, pero se niegan a ponerle el cascabel al gato: la necesidad de confinamientos localizados y cierres parciales para frenar la circulación masiva del virus. Sin cuestionar la presencialidad a toda costa dictada por el capital, las vacunas y testeos chocan contra la muralla insuperable del contagio generalizado, la crisis laboral y social y el colapso del sistema de salud. Es el límite de una izquierda que acomoda sus planteos sanitarios y políticos al funcionamiento del sistema social capitalista.

En un dossier de notas sobre el carácter de China publicado recientemente por el PTS sorprende la ausencia de algunas palabras, como “pandemia” o “Covid”. La izquierda ha pasado por alto la política de ´Covid cero´ seguida por la burocracia del PC chino, que dispuso un sistema de confinamientos ´quirúrgicos´, focalizados en las zonas donde se verifica la circulación viral. Este modelo no es privativo de China; se aplicó en otros países, como Nueva Zelanda, donde también se demostró enormemente eficiente. Hasta el momento, nadie pudo refutar las cifras que indican que China tiene 4.849 fallecidos, 3,5 por millón de habitantes, mientras que Nueva Zelanda cuenta con 51 fallecidos, 10,4 por millón. El contraste con los países de la ´nueva normalidad´ es abismal: al día de hoy, Estados Unidos cuenta 859.298 fallecidos, 2.626,5 por millón; el Reino Unido 150.634 fallecidos, 2.265,5 por millón; Brasil 619.981 fallecidos, 2.959,8 por millón, y la Argentina 117.492 fallecidos, 2.640,6 por millón.

Esta catástrofe sanitaria, devenida en crisis humanitaria por la respuesta criminal del capital, fue ninguneada desde el principio por la izquierda democratizante (adaptada al sistema). La pandemia era concebida como un accidente de tipo sanitario, circunstancial, y no como una manifestación terminal del agotamiento histórico del sistema capitalista como organización social. El Covid es una universalización de las epidemias anteriores (VIH, SARS, Ébola, etc.), generadas por la alteración violenta de los ecosistemas por parte de un modo de producción anárquico, que solo se rige por el fin de lucro. En medio de sequías, incendios forestales y temperaturas asfixiantes, la izquierda argentina se ha asimilado al ´ambientalismo´, sin reconocer el significado histórico de estos fenómenos: una época de catástrofe y descomposición capitalista que plantea la necesidad de la revolución socialista a escala mundial.

Siguiendo el libreto contrario, la izquierda ´oficial´ se declaró primero partidaria de la ´libre circulación´ de los individuos, denunciando las medidas de protección sanitaria como la emergencia de un supuesto ´Estado de excepción´. Luego, enarboló con vehemencia la defensa de la presencialidad laboral y educativa, siguiendo a la burocracia de los sindicatos, incluso cuando la vacunación no era ni siquiera incipiente. Ahora, sigue la ruta de los partidos patronales que se oponen a cualquier tipo de cuarentena o de cierres, a pesar de que éstos se están dando de hecho por el incremento inexorable del ausentismo laboral.

Un programa socialista no puede encasillar a la salud obrera en los marcos de la ´normalidad´ que impone el régimen. Política Obrera, la Tendencia del Partido Obrero, plantea el cese de toda actividad no esencial afectada por contagios y la implementación de confinamientos ´quirúrgicos’, que condicionen la presencialidad laboral y educativa a un plan de corte de la circulación comunitaria del virus. Sostenimiento económico de los aislamientos a cargo de las patronales y el Estado, reposición del Covid como enfermedad laboral, derecho a la licencia paga por contacto estrecho, día laboral pago para testearse, protocolos y cierre de lugares de trabajo donde haya infecciones, bajo control de los trabajadores. No al avasallamiento de los aislamientos por contacto estrecho en salud, aumento de las dotaciones, reducción de la jornada laboral y pase a planta de todo el personal de salud con un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar. Hoteles que permitan el aislamiento en los barrios, con asistencia social y alimentaria. Por el acceso urgente a viviendas en condiciones, luz y agua potable. Que los 18 mil millones de dólares que el ministro Guzmán ofreció al FMI para el período 2022/23 se destinen a un plan de vacunación masivo, extensión de la capacidad hospitalaria, centros de testeo y organización de equipos para la detección temprana de casos y el seguimiento de contactos. Por una acción internacional de la clase obrera por la liberación de las patentes. Por un plan de lucha por estas reivindicaciones debatido y votado en asambleas, autoconvocatorias, coordinadoras y congresos de trabajadores, que incluya la huelga general en defensa de la vida y la salud del mundo del trabajo.

Cuando el sistema que media entre el ser humano y la naturaleza amenaza la continuidad tanto del uno como de la otra, es la hora de la agitación socialista, la propaganda y la organización para construir un partido revolucionario de la única clase que puede sacarnos de este atolladero, la clase obrera.

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